¿Soy tu amigo?
Como puedes llamarme amigo
si no estuviste en mis malos ratos,
como hozas decirme amigo
si cuando mis enemigos me señalaron
y amenazaron no estuviste a mi lado.
Amigo, ¿Dónde estabas cuando estuve al borde del abismo?
Me llamas amigo, en la soledad de una compañía,
cuando ya no hay quién más supla tus carencias,
y solo en la vejez de tus años,
eso no es amistad sino cobardía.
Sí, cobardía por no hacerte cargo
de la parte que te correspondía.
Bien sabías que la palabra amistad
implicaba la reciprocidad de ambos.
Fuiste cobarde para aceptar tu parte de culpa
por no saber mantener la virtud de la amistad.
Y además egoísta, al dejarme de lado
por perseguir la codicia.
Por eso te digo hoy,
esta amistad ya hiede hace días.
Y ya heladas deben estar tus manos
y hasta tus dedos de agujas de escorpión
que un día pensé, no cambiarían.
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